Barajas en la memoria. Nº12: “La Terminal Internacional y el Puente Aéreo”
El incremento de tráfico a lo largo de la década de los sesenta pronto empezó a congestionar la Terminal de Pasajeros.
Para hacer frente a dicha demanda y al objeto de discriminar el tráfico nacional del internacional, en 1971 se inició el proyecto de la Terminal Internacional, cuyos autores fueron el ingeniero aeronáutico Vicente Cudós y el arquitecto Eduardo Aguirre, de cuyo estudio también salieron las terminales de Palma de Mallorca, Barcelona, Málaga, Sevilla, así como las denominadas Terminales Chárter que se construyeron en Girona, Ibiza, Alicante, Málaga y Palma de Mallorca.
La nueva Terminal Internacional se ubicó al sur de la existente, cercana al lugar donde se ubicó la primitiva Terminal del aeropuerto de los años treinta.
Diseñada en un solo cuerpo semicircular, la Terminal estaba estructurada con diques y pasarelas telescópicas, toda una novedad en la ingeniería aeroportuaria, en este caso con un total de 12 pasarelas, que permitían el acceso directo de los pasajeros a las aeronaves, diseño similar a las Terminales Chárter, pero en las cuales no se autorizaron su instalación.
Organizada en tres niveles, los dos primeros tenían un fácil acceso desde la ciudad y el tercero era el nivel de comunicación con los aviones.
Contaba la Terminal en el momento de su puesta en servicio con 18 mostradores de facturación y 14 cintas de recogidas de equipaje.
Tenía una extensión de 75.000 metros cuadrados y su presupuesto ascendió a 2.000 millones de pesetas, aportando una capacidad de 6.000 pasajeros hora punta de diseño.
Inicialmente segregada de la Terminal Nacional, en los años siguientes se construyó un edificio de unión entre ambos edificios que permitía la conexión de los pasajeros de forma peatonal a través de pasillos rodantes, evitando los engorrosos traslados mediante autobuses.
En esta misma época, en 1974 se construyó en la parte norte de la Terminal Nacional unas instalaciones segregadas para los servicios aéreos Madrid-Barcelona, dotadas de sus propios mostradores de facturación, puertas de embarque y cintas de recogida de equipajes.
Las nuevas instalaciones, bajo la denominación de Puente Aéreo permitieron a la compañía Iberia poner en marcha un servicio que ofrecía a los pasajeros una total flexibilidad, bajo el concepto de llegar y volar. El billete se emitía sin código de vuelo lo que permitía a los pasajeros embarcar en el primer avión que dispusiera de plazas libres. Posteriormente se comercializarían también billetes con reserva.
La bondad del modelo permitió un incremento notable de pasajeros en el corredor Madrid-Barcelona.
El artículo así como las imágenes quedan reservadas bajo derecho de autor, si se desea la utilización de estos se deberá citar el Archivo Histórico de la Sociedad Aeronáutica Española así como contactar a través de sae@sociedadaeronautica.org para su solicitud.